La suerte nos sigue acompañando y otro fin de semana de buen tiempo que nuestras obligaciones nos permiten aprovechar. Esta vez echamos el ojo al Macizo Occidental de los Picos de Europa que nos trata con cariño y nos da buenas alegrías, a costa de buenas palizas. Abandonamos nuestro estilo andrajoso de andar por el monte y nos decantamos por ir al refugio de Vegarredonda con cena y desayuno incluido y además hasta reservamos. Lo de reservar es por la sorpresa del fin de semana pasado y porque vamos seis.
Salimos de casa después de comer y a las 6 estamos en el parking preparándonos para subir a Vegarredonda. Todo acaldado y para arriba con una mochila que hasta podríamos considerar liviana. Es lo que tiene ir al monte como señoritos. La subida es conocida y la disfrutamos viendo atardecer, encontrándonos con bastante gente que baja. Llegamos al refugio, abrimos la puerta y otra sorpresa, ¡no hay nadie¡, bueno si la guardesa. Nos quedamos alucinados que con el buen tiempo que dan estemos solos. Si reservamos no hay nadie y cuando no reservamos está lleno, esta claro que lo tenemos controlado esto de los refugios que no pertenecen a la “Red de refugios de Altai”.
La ecuación cena copiosa, botellas de vino y amigos que hace tiempo que no nos juntamos en el monte da como resultado risas y más risas. Eso sí, a las 10 para la cama que por la mañana sonará el despertador a las 5:45. Puntualmente nos levantamos y ya tenemos el desayuno en la mesa, ¡perra vida la del alpinista extremo!. Comentamos que por la noche hemos oído el viento y en busca del mismo salimos. La noche anterior habíamos decidido que los dos Raúles y Goyo se meterían en la fría cara norte a hacer el corredor del Marqués y Eduardo, Chechu y Luis irían a la soleada cara este a hacer la Arrieta-Marquínez. Eso sí, antes miraríamos como está la Pili-Cristina.
De noche empezamos a subir y nuestra sorpresa fue que vimos unas frontales por delante aunque antes de llegar a la bifurcación del collado de La Fragua se desvían hacia la izquierda. Al llegar a dicho collado los vemos aparecer. Después de pasar Las Barrastrosas nos separamos los dos grupos y nos deseamos suerte y cuidado porque el viento nos iba a poner las pilas. Pasamos el Jou de Los Asturianos y ya vemos la cara este de la Torre Santa María rebosante de hielo y nieve y, al fondo, la atrayente cara norte de Peña Santa. La vía de la canal este está formada y bien pero lleva ya mucho tiempo dándole el sol y el comentario es “esto no es Canadá y no se puede escalar al sol” así que para la sombra de la canal de la Arrieta-Marquínez que tiene un buen aspecto.
La vía ya la conocíamos sobre todo el primer largo que es apretón, apretón. El primer largo decidimos partirlo a la mitad y montar reunión en medio del largo, debajo del segundo resalte. A la dificultad del largo hubo que añadirle las purgas de nieve y el viento fuerte que nos azotaba. Al salir de la canal las purgas cesaron pero no así el viento.
En un par de largos más sencillos llegamos a la arista cimera después de superar un resalte final de nieve vertical que este año no formaba cornisa. Al llegar debajo de la cumbre, donde sale el corredor del Marqués, el viento era bastante fuerte con rachas muy fuertes y decidimos no seguir a la cumbre por el peligro que suponía. Ésta por cierto estaba cubierta completamente por nieve y hielo. El único paño de roca que veíamos era el que había picado alguien, probablemente, buscando el rápel. El resto de las cimas también estaban cubiertas de hielo destacando la torre del Torco que se asemejaba al Artesonraju.
Bajamos destrepando el corredor del Marqués sin encontrar rastro de nuestros compañeros y nos extrañaba, haciendo sólo el último rápel. Por cierto es sorprendente que esta vía, con todo lo que se hace, tenga este rápel volado montado de un clavo bien puesto unido por una cinta a otro que se mueve más que el que rapela.
A pie de vía recogimos las cuerdas y azotados por el viento seguimos hacia Vegarredonda donde nos encontramos con el resto de los compañeros y nos comentaron que no se habían metido en el Marqués por el viento y los cascotes de hielo que caían. Pagamos lo que se debía y para casa que todavía quedaba viaje.
Otra vez el Occidental nos ha dado una alegría y escalamos una de las vías más bonitas y estéticas que conocemos. Fue una pena el viento, las constantes purgas de nieve y caída de cascotes, fruto de ello tenemos varias marcas en los cascos, pero aun así reconocemos que hemos disfrutados de unos Picos que este año parecen que están recubiertos de nata.