Al día siguiente las condiciones climáticas no eran del todo buenas pero nos permitían albergar cierta esperanza de que podríamos escalar la vía, no así la nieve que a las 7 de la mañana estaba blanda y tenías que abrir huella. El fuerte viento hacía que las nubes pasasen a gran velocidad y tan pronto nevaba como hacía sol.
La aproximación, a pesar de esas condiciones, se hace rápido y a medida que te metes en la chimenea se va empinando más y más.
En el punto donde se separan las dos vías nos encordamos y seguimos por el diedro helado al no estar formada la cascada de la otra vía. Por delante un largo de escalada en mixto con las reuniones montadas en roca. Lo protegimos con tornillos de hielo.
Al final de este largo se llega a un pequeño hombro desde el que hay que seguir la arista hasta llegar a la cumbre del Pico Cabrones. Si no hay suficiente hielo para escalarlo se puede hacer un flanqueo por la izquierda para llegar a la cumbre.
El descenso lo hicimos rapelando la vía desde las reuniones montadas. En tres rápeles llegamos hasta cerca del pie de la chimenea. Recogimos las cuerdas y salimos disparados para el refugio donde comimos algo, guardamos los sacos y dejamos limpio el refugio. Por delante nos quedaba bajar todo lo que habíamos subido el día anterior. En total, y desde la cumbre del Pico Cabrones, 2.300 metros de bajada.