Es una de las escaladas invernales más clásicas de los Picos de Europa. Su desnivel le hace ser uno de los corredores más atractivos de toda la Cordillera Cantábrica. Esto implica que en fines de semana se formen “retenciones”.
La vía va encerrada entre dos importantes espolones que le dan un gran ambiente. Esta ascensión no se debe hacer después de fuertes nevadas ya que a través del corredor se canalizan las avalanchas.
Las condiciones suelen ser variables lo que hace que su dificultad varié bastante. En condiciones normales las dificultades se concentran en los bloques empotrados. En el caso de falta de nieve el paso de estos bloques puede presentar gran dificultad. El aseguramiento de estos pasos se puede hacer en roca y suele haber clavos.
Después de escalar los primeros bloques se llega a una zona de pendiente más suave de unos 45º que acaba otra vez en un estrechamiento donde se encuentra el Gran bloque que obstruye la salida. Dependiendo de la cantidad de nieve se puede pasar por debajo o si hay mucha nieve escalarlo por la derecha en un tramo difícil y de fuerte inclinación.
Unos largos por encima del bloque empotrado se encuentra la última dificultad, donde suele abundar el verglás. Se sale a unas pendientes que conducen al hombre NE y desde ahí se alcanza la cumbre.